Escribir sobre tu propia vida puede parecer sencillo, pero cuando llega el momento de poner las palabras en papel, todo se vuelve más complicado. ¿Cómo contar tu historia sin que suene forzado? ¿Cómo lograr que el lector se sienta realmente conectado con lo que viviste? Si te has hecho estas preguntas, no te preocupes, es completamente normal.
En este artículo te compartiré estrategias para narrar tu historia de manera clara, emotiva y envolvente, evitando los errores más comunes y logrando que el lector se sienta parte de ella.
¿Primera, segunda o tercera persona?
Empecemos con lo básico: ¿cuáles son las diferencias entre escribir en primera, segunda y tercera persona?
- Primera persona: Utilizas pronombres como “yo” o “nosotros”. Por ejemplo: “Nací en un pequeño pueblo costero” o “Siempre recuerdo cómo solíamos jugar en el parque”. Es decir, cuento la historia cómo me ocurrió a mí.
- Segunda persona: Te diriges directamente al lector usando “tú” o “ustedes “. Por ejemplo: “Imagina que te despiertas y descubres que tu vida ha cambiado” o “Cuando viajes a ese lugar, sentirás una conexión especial”. Es decir, cuento la historia cómo si te hubiera ocurrido a ti.
- Tercera persona: Hablas de alguien más usando “él”, “ella”, “ellos”. Por ejemplo: “María nació en un pequeño pueblo” o “Ellos nunca imaginaron lo que les esperaba”. Cuento la historia cómo si le hubiera ocurrido a mi vecino o vecina.
Ventajas de usar la primera persona en una autobiografía
Ahora bien, ¿Cuál de las tres es mejor? Depende del efecto que quieras lograr en el lector. Por ejemplo, en segunda persona el lector se puede asociar más a la narración, ya que describes los hechos como si fuera él quien lo está viviendo. En cambio, en tercera persona tendería a asociarse menos o se disociarse, dado que hablas de un tercero. Sin embargo, lo ideal es que la escribas en primera persona, ya que estás hablando de ti y de tu vida. Acá algunas ventajas de escribir en primera persona:
Autenticidad: Cuentas tu historia con tu propia voz. La primera persona te permite plasmar tu personalidad en cada línea.
Cercanía con el lector: Puedes crear un vínculo íntimo y directo. Es como si estuvieras tomando un café con tu lector mientras le cuentas tu vida.
Profundidad emocional: Puedes sumergirte en tus pensamientos y sentimientos de manera más natural, mostrando no solo lo que pasó, sino cómo te sentiste.
Imagina esto: estás leyendo sobre alguien que escaló el Everest. ¿Qué preferirías? ¿Un relato distante que describe los hechos o sentir el frío, el miedo y la emoción a través de sus propias palabras? La primera persona te permite vivir la experiencia, no solo conocerla.
Tu voz narrativa
Comúnmente no hablamos como escribimos. Al hablar, la conversación fluye de manera natural y, cuando tiene que rectificar o dices algo que no era, lo haces en el momento y sigues adelante. Es decir, no tienes tiempo para estar recapitulando tus palabras hasta que suene lo mejor que puedes.
Cuando escribes, muchas veces llega a pasar que no te gusta la manera en qué has dicho algo, así que regresas y tratas de hacerlo más entendible. El problema, es que llega un momento en que está tan afinada tu narración que ya no pareces tú.
Un libro de desarrollo personal o profesional no encanta por el contenido que tenga, sino por la esencia del autor que queda plasmada en cada palabra. Entonces, si hablamos de una autobiografía, es más importante todavía que la narración parezca que eres tú quien está contando la historia.
¿Y cómo logras eso?
Lo ideal es que lo hagas en un tono conversacional, como si le estuvieras contando una anécdota a un amigo en un café. Ahora bien, hay que considerar que no existen los elementos visuales ni auditivos mientras lees, entonces necesitas dar más contexto al escribir. Por ejemplo, en persona puedes decir: ¡entonces vimos una piedra de este tamaño! En persona, es fácil concluir que era una piedra muy grande y que te sorprendió; esto es lo que deberás describir con un poco más detalle al escribir.
De acuerdo con tu personalidad, también le puedes dar un toque menos formal o desenfadado. Puede ser un reto, pero la espontaneidad con la que hablas debería dejarla fluir mientras escribes. Ya después cuando tu manuscrito final pase por corrección de ortografía y estilo te preocupas por hacer algunos ajustes.
Respecto a las palabras altisonantes o groserías, en caso de que sean muy habituales en tu lenguaje cotidiano, deberás considerar qué tanto te conoce tu lector meta y quién es tu lector meta. Algunas expresiones podrían quedar fuera de lugar y sentirse como un exceso.
Por ejemplo, Héctor Suarez Gomís, en su libro Gracias, papá, usa groserías en los diálogos de su papá, el actor y comediante mexicano Héctor Suarez, quien en vida era muy malhablado. No obstante, cuando lo lees, suena muy a Héctor Suarez y le da más autenticidad al diálogo.
¿Honestidad brutal?
Lo primero que debes tener claro es que no debes mentir. Es decir, si algo no pasó en tu vida, pues no pasó y ya. No recomiendo que inventes anécdotas para hacer encajar conclusiones o aprendizajes. A menos que seas un buen narrador de historias, lo que inventes se sentirá raro o poco creíble. Además, si lee tu libro gente que te conoció en esa etapa, podría poner en duda tu honestidad. ¡Además de que es una cuestión de ética personal!
No hagas lo que hacen muchos gurús que se inventan una etapa tormentosa que dio paso para que se convirtieran en maestros iluminados creando un método secreto que siempre da resultados con todos los que lo implementan, sin importar el contexto personal de cada uno… salvo cuando el alumno no se compromete lo suficiente.
Ahora bien, tampoco vas a contar todo tal cual. Dependiendo del objetivo de tu autobiografía, vas a contar los elementos relevantes de cada experiencia, solo eso. También, los vas a contar de modo que favorezcan el objetivo.
Por ejemplo, si mi autobiografía tiene por objetivo como pase de ser una persona ansiosa a una persona tranquila que puede disfrutar el presente, y comparto la vez que me subí a una montaña rusa con la idea de ejemplificar cómo me ponía de estresado, quizá pueda enfocarme más en las emociones y pensamientos, a largando un poco más el tiempo de espera para que fuera mi turno; o sea, dramatizar con mayor énfasis mi estado interno de ansiedad. Así, contaré la anécdota con base principal en mis pensamientos y emociones y no tanto en la experiencia misma.
¿Y si no recuerdo bien lo que pasó?
La realidad es que nunca recuerdas bien lo que pasó, pero, sí hay veces que andas mucho más perdido. ¿Qué puedes hacer?
- Busca otras fuentes: Habla con personas que de alguna manera estuvieron involucradas en los eventos. Pueden ser tus padres, familiares, conocidos o vecinos, dependerá de tu historia. De hecho, te recomiendo que lo hagas incluso si no escribes nada. La razón es que tienes la oportunidad de escuchar otra versión a lo que viviste y te una perspectiva más amplia sobre tu vida.
- Aceptar abiertamente que no recuerdas con claridad lo hechos, pero justificar por qué, pese a que no lo recuerdas, decides incluirlo. Por ejemplo: no recuerdo exactamente los detalles de por qué discutí con mi hermano, pero esa pelea marcó un punto decisivo en nuestra relación.
De este modo no inventas situaciones y evitas mentir al lector.
Cómo hacer que el lector se identifique
Aunque tu vida es única, muchas de tus experiencias son universales: el primer amor, el miedo al fracaso, la pérdida de un ser querido, la búsqueda de propósito…
Estos elementos universales dentro de tu historia particular ayudan a que los lectores se vean reflejados en ella. No se trata solo de contar tu vida, sino de usar tu vida para contar una historia con la que otros puedan conectar.
Lo más importante es destacar tus emociones, tus pensamientos y, sobre todo, los sentimientos que quedaron en ti después de cada evento. Por ejemplo, te puedo compartir que yo estuve presente cuando nacieron mis hijos.
La primera vez, recuerdo como el ginecólogo mantenía una conversación de trivialidades con una enfermera, mientras hacían los cortes en mi esposa para sacar a mi hija. Entiende que para ellos era habitual, pero tenía ganas de que se concentrarán más en su trabajo.
O cuando nació mi hijo más pequeño, íbamos hacia el hospital y marco para que tuvieran todo listo y me dice el operador: ¡Ah, sí! Señor, pero está llamando a emergencias, eso es en la recepción, a lo que le respondí: ¡Para mí es una emergencia! Ya luego me dijo que me comunicaría con la persona indicada.
¿Debo narrar momentos difíciles y hablar de terceros?
Como ya mencioné antes, dependerá del objetivo de tu libro. Por ejemplo, si el objetivo de tu libro es crear consciencia sobre el riesgo de descuidar a los menores solo porque están con sus familiares, y tú tuviste sufriste algún tipo de abuso sexual; es posible que sí sea relevante compartirlo, pero con cierta discreción.
Si la experiencia dolorosa no está relacionada con el objetivo del libro y no aporta nada al contexto de la historia, no creo que debas incluirla solo porque quieres o marcó tu vida.
Respecto a las personas involucradas, sí es necesario que consideres que habrá personas que no estén de acuerdo en que reveles detalles de su vida privada; principalmente, cuando quedan exhibidos como malas personas.
Puedes usar seudónimos para no llamar a la persona por su nombre; sin embargo, ten cuidado de que no sea tan obvio de descubrir de quién hablas. Si solo tiene una tía, llamada Isabel, y en el libro mencionas que tu tía Graciela hizo tal cosa, la gente que los conoce sabrá a quién te refieres, dado que solo tienes una tía.
En última instancia, si tienes duda, contrata la asesoría de un abogado especializado en el área. Es mejor así, que después recibir una demanda de sorpresa.
CONCLUSIÓN
Escribir una autobiografía en primera persona es un viaje de autodescubrimiento tanto como de creación literaria. No solo estás contando tu historia; estás dándole forma, encontrando patrones y significados que quizás no habías notado antes.
Recuerda que tu vida, con todas sus imperfecciones y momentos extraordinarios, merece ser contada. Y nadie puede hacerlo mejor que tú, con tu propia voz.
Y hablando de voces… ¿sabes qué determina si alguien sigue leyendo tu autobiografía después de la primera página? Exacto: el gancho inicial.
En nuestro artículo ¿Cómo escribir un gancho para una autobiografía?, aprenderás técnicas para capturar la atención del lector desde la primera línea y hacer que sea imposible dejar de leer. ¡No te lo pierdas!
Y recuerda: Tal vez… ¡Estás a una frase de inspirar al mundo!